La política de precios, el Indec, la soja y la lucha constante

No se trata de ninguna novedad. Hoy, acceder a los alimentos más clásicos de la canasta alimenticia argentina es un verdadero problema. Desde el principal plato de los argentinos, el asado, pasando por los lácteos hasta las verduras y frutas. Todo, crece día a día a pasos agigantados. ¿Las razones? Varias.

En primer lugar, nuestra idiosincracia no cambia. Utilizamos y aprovechamos las ventajas necesarias para obtener todo tipo de rédito, en cualquier orden de la vida y en cualquier circunstancia. Es por ello, que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, el INDEC, publica informe y estadísticas totalmente erróneas y manipuladas con el fin de comunicar buenas noticias acordes a los intereses del Gobierno.

Al mismo tiempo, la política implementada por el matrimonio presidencial no es suficiente y no beneficia a todos los sectores involucrados en cuestión. Para peor, el sector agropecuario se queja, como el ganadero, pero el 75 por ciento del territorio nacional se aboca a la soja pues rinde cuatro veces más que otro tipo de negocio agropecuario.

Hipócritamente, denunciasn bajas ganancias cuando los dividendos son altísimos y perjudican la tierra. La reducción de la oferta ganadera se traduce en poco stock, poca carne, alta demanda, precios por las nubes. Todo parece indicar que ningún precio elevado retornará a su valor habitual previo a la escalada de precios.

Entonces, las culpas no son únicas. El Gobierno ni actuó ni actúa en beneficio de los ciudadanos. El campo presiona y amenaza y es uno de los princpales responsables de transformarse en partido político y dificultar el panorama. En el medio, nosotros, que acudimos a una carnicería a comprar asado a 30 pesos el kilo.

¿La solución? Aunque parezca mentira, es muy, pero muy sencilla: no comprar los alimentos caros. Tan sencillo como eso.

 
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